ALTAS LETRAS

RENACER, el diario de la colectividad boliviana en Argentina a publicado del escritor Nicolás G. Recoaro, el siguiente artículo concerniente a la literatura boliviana, bajo el rótulo: Altas Letras:
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“Tres experiencias que muestran que nuestras letras están más vivas que nunca.
SD
Los mercados de libros usados paceños, estratégicamente ubicados detrás de las surrealistas ferias de El Alto y de la Catedral de San Francisco, a pocos metros de las mamitas que no se cansan de ofrecer chicharrón de cerdo, platos paceños y picantes de pollo, no pasan inadvertidos para los que creemos en el poder de las letras. Porque la literatura boliviana guarda entre sus páginas más gloriosas ese don: el de retratar magistralmente los espacios y personajes que deslumbran, que ayudan a reflexionar sobre la vida de todo un país.
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«Como que los escritores bolivianos tienen un trauma por no haber alcanzado reconocimiento a nivel internacional», se quejaba un editor del suplemento cultural más reconocido de La Paz, cuando Renacer lo interrogaba por la falta de conocimiento de la literatura boliviana fuera del país. Si Argentina tiene su Borges, Colombia su García Márquez, Perú su Varga Llosa y Chile su Neruda. ¿Por qué no hablar de «El escritor boliviano»? Buscando y buscando, numerosos paisanos me hablaron de las obras de Cerruto, Céspedes, Urzagasti, entre los clásicos. Además, destacaron la aparición de nuevos escritores como Paz Soldán, Quino, Cárdenas, Piñeiro y la poetisa quechua Elvira Espejo. En ese deambular por las letra bolivianas, éste cronista descubrió la poesía de Jaime Saenz y las crónicas de Víctor Hugo Viscarra, dos narradores que vale la pena conocer. Además, Renacer entrevistó a dos jóvenes escritores alteños que crearon la primera editorial cartonera del país.
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El mundo de Sáenz
Dicen los entendidos que la literatura boliviana tiene su punto de quiebre a partir de la obra de este misterioso escritor y poeta llamado Jaime Sáenz. La literatura saenziana, como gustan de llamarla los críticos especializados, intenta recuperar el espacio ocupado por el silencio del anonimato y de la dominación. Con una obra poética pantagruélica y una novela («la novela» de la literatura boliviana del siglo XX) «Felipe Delgado», este hombrecillo enorme exploró las zonas más oscuras del ser paceño (locura, alcohol, muerte). «El Jaime se internaba en la noche paceña, en los prostíbulos de cuarta y los vivía. A esta altura ya nadie sabe si Jaime Sáenz era Felipe Delgado o viceversa», me comentó el poeta Humberto Quino, en su biblioteca alojamiento sobre la calle Ortega, la que da al mercado de la calle Max Paredes, en pleno corazón paceño. Traducido al alemán y al italiano, aún esperamos la aparición de sus libros en Argentina. Jaime Sáenz y sus obras se lo merecen.
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El escritor de la calle
Los paceños cuentan que si te das una vuelta por los barcitos de mala muerte que están cerca del Cementerio General, se puede encontrar ese mundo que caminó Víctor Hugo Viscarra, durante sus más de treinta años de vida en la calle. «La Paz es una ciudad que odio. El frío, la marginación, todo me hace odiarla», explicaba Viscarra sobre la urbe que lo maltrató desde su adolescencia. Y fue en aquellos años donde decidió que los caminos de la subsistencia en la calle y la escritura serían su destino. Narrador del margen y dueño de un lenguaje directo que atrapa, Viscarra escribe sobre lo que conoce: el insoportable frío paceño, el alcohol, la marginalidad. «Jamás podrán decir que Víctor Hugo escribía sobre lo que no sabía, como ocurre con varios escritores borders de moda», me comentó la escritora y editora Virginia Ayllón. Historias autobiográficas que recuperan fragmentos de la vida errante, donde el humor ácido y la agudeza se posan sobre la explotación que viven los marginados. En su último libro vaticinó su muerte antes de llegar a los cincuenta años. Se fue en mayo de 2005, tenía 49 años. En la Feria del libro se le realizarán varios homenajes.
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Yerba Mala y la nueva literatura
Los escritores alteños Crispín Portugal, Darío Manuel Luna y Roberto Cáceres crearon la editorial Yerba Mala Cartonera, en febrero de 2006. Un proyecto artístico editorial que ha revolucionado el escenario cultural boliviano. Tomando como matriz las experiencias de las editoriales cartoneras surgidas hace pocos años en Argentina y Perú –libros manufacturados con cartón reciclado, precios populares y un catálogo integrado por escritores y poetas latinoamericanos-, estos jóvenes alteños traen aire fresco y vanguardista a las letras bolivianas. «La yerba mala crece en cualquier parte, sobre todo en el lugar que tu menos la desees, y siempre se la quiere extirpar porque es molesta. Pero la vas a sacar y va crecer otra vez. Hemingway decía que los pobres somos como la yerba, crecemos en cualquier parte. Por eso nos ha gustado Yerba Mala porque nos van a matar pero van a venir otros atrás, una suerte de terquedad por la supervivencia», explica Portugal. «También hay una fuerte relación con la Pacha Mama, la Madre Tierra», completa Cáceres.
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¿Cómo es ser escritor alteño?
Onetti dice que hay personas que quieren ser escritores y hay otros que quieren escribir, y eso, en el fondo, no me parece sincero. Siempre, aquel que escribe quiere ser escritor, quiere intervenir y opinar. Quiere hacerse valer y mostrar algo. Desde ese punto de vista yo escribo. Además, siento que en El Alto se puede vivir una cuestión bien híbrida: la mezcla de la cultura occidental, la oriental y el aymara ha creado algo nuevo, y eso me ha motivado a escribir más de una vez.
¿Cómo encuadra Yerba Mala Cartonera en la actual situación política de Bolivia?
Lo que ha pasado en octubre de 2003 nos ha obligado a empezar a mirarnos a nosotros mismos y plantearnos de que lado estábamos. Eso nos ha hecho pensar porque no podemos proponer algo desde aquí arriba, desde la ciudad de El Alto. En la carrera de literatura se repiten los autores, las estéticas, los temas, pero aquí arriba esta ocurriendo otra cosa.”
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LUNA, para servirles...

posted by REEB @ 3:52 PM,

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